Ayer por fin cumplí uno de mis grandes sueños. Un sueño que llevaba un año esperando ver realizado y que creí nunca conseguiría por todas las puertas que se me cerraron. Pero aparecieron en mi vida personas que no me dejaron tirar la toalla cuando quise hacerlo y me animaron todo lo que pudieron y más para que siguiera intentándolo, y aquí estoy... nadando en el fondo del mar.
Todavía hoy, después de más de 24 horas, miro y remiro las fotos y no me creo que la persona que aparece en ellas sea yo. Todavía hoy me parece un sueño y me tengo que pellizcar para darme cuenta que si... que en realidad sucedió y no morí en el intento ni me pasó nada extraño ni malo.
La noche anterior casi no dormí de los nervios, y en mi fuero interno espera el mensaje de última hora diciéndome que se anulaba porque había mala mar o cualquier otra cosa, pero no... ese mensaje nunca llegó y me tuve que levantar temprano para arreglarme e ir al puerto donde nos esperaban todos los demás.
Llegué y mientras preparaban las botellas y demás cosas, lo veía todo como en una nube. Helena me iba explicando por el camino lo que haríamos y lo que pasaría, y me advirtió que no me creyera que estarían por mí por el solo hecho de ir en silla de ruedas, sino que en el mundillo del buceo esto era así, que todos estaban por todos y se ayudaban mutuamente. Y así fue. Desde el primer momento me trataron como a una más del grupo y eso que quitado que el instructor y ella, nadie más me conocía.
Llegamos a puerto y me empecé a poner nerviosa con el solo hecho de pensar cómo subiría al barco...como entraría al agua... como saldría, etc. etc. Pero fuimos haciendo sobre la marcha y todo salió a pedir de boca. Me cogieron entre dos personas y en un plis-plas me encontré sentada en el barco, y al salir lo mismo. Lanzarme al agua fue fácil... Me colocaron el jácket (no se si se escribe así) aletas, etc. y .... empujón!
Durante el pequeño trayecto, el padre del instructor que era quien conducía el barco me iba hablando como si tal cosa para quitarme tensión y lo consiguió, es un hombre estupendo, un gran "lobo de mar" que se nota las tablas que tiene. Yo tenía miedo porque pensaba que no me acordaría de nada de lo estudiado, en ese momento no me acordaba de nada, mi mente se quedó en blanco.
Una vez en el agua, cuando comenzamos a bajar empecé a olvidarme del miedo porque confiaba plenamente en mi instructor y en Helena que sabía no se separarían de mí en ningún momento. Creo que sin esa confianza ciega no hubiera sido posible hacer nada. Así es que, mientras bajaba intentaba descompensar mis oídos (era de lo único que me acordaba jajaja) y no pensé en nada. Al mirar hacia abajo me sorprendí al comprobar que no veía nada, todo era como una bruma de color verdoso. Esto me sorprendió porque desde el barco y desde la playa el mar siempre se ve de un azul precioso, sin embargo, cuando te metes en él no es así, sino verde.
Otra cosa que también me sorprendió (aunque ya me lo habían explicado) era comprobar que no veía el fondo, todo era brumoso a mi alrededor. Seguimos bajando y llegamos al fondo. Y ahí se me dio miedo. Me impactó sobre manera ver tantas algas, plantas, hierbas muy largas, rocas... etc. y me espanté. Ni por apuesta la menda tocaría nada de aquello. El instructor todo contento tocaba las algas verde-marrón para hacer que salieran los peces y que los pudiese ver, pero a mi me daba terror. Solo pensaba que si seguía tocándolas saldrían bicharracos raros y espantosos que me morderían y atacarían como bestias.
Para mi terror, vimos también una morena medio escondida en un surco de las rocas. Estaba inmóvil... y ahí si que quise salir ya corriendo. Avanzamos un trozo más y el muy malvado del instructor me hizo arrodillar en el suelo e insistía en que tocase las plantas... las rocas... Viendo que no me movía (estaba aterrorizada) me agarró del chaleco y acabé tumbada todo lo larga que soy en el suelo. Anda que no, si no quieres caldo, tres tazas!!! Y allí comenzamos a hacer prácticas de estabilidad.
Nada, que por más que lo intentase no conseguía subir un par de palmos del suelo. Y si inflaba un poco mi jácket, entonces subía demasiado y él me tenía que volver a bajar. En estas estábamos cuando noté que mi rodilla se iba hacia abajo, que no chocaba con la roca. Miré y vi que estaba justo encima de una franja del terreno y me volví a espantar pensando que entonces si, que la morena estaría allí dispuesta a morder mi pierna y ni corta ni perezosa inflé mi chaleco y empecé a subir dijera el instructor lo que dijera, pero yo no me iba a quedar allí esperando su mordisco. Al final, el pobre me dejó que ascendiera como medio metro o uno, no se bien, pero el caso es que ahí ya si que me relajé y pude por fin admirar el paisaje y lo que vi me dejó maravillada. Pero eso sí.... a distancia, nada de estar tocándolo con mis manos y mucho menos con mi barriga. Y eso que llevaba guantes que si no....
En esa distancia me empecé a relajar... solo oía el sonido de mi respiración y sin querer iba relajándome más y mas... Era como estar en la Luna o en un paisaje fantástico de cuento de hadas. Mi cuerpo no pesaba... no dolía... es más, ni lo sentía. (El dolor de oído que me entró al llegar al fondo, ya me había pasado porque el instructor me dijo como compensarlo bien y lo había logrado, así es que ya nada me molestaba. Logré la estabilidad neutra y pude disfrutar de un agradable paseo nadando yo sola, pues hasta ese momento había estado agarrada a su mano como una lapa)
Que puedo decir de mis sensaciones... Solo eso: Que era una maravilla la sensación de ingravidez total, de libertad de movimientos, unos movimientos que en tierra firme se me hacen pesados y muy dolorosos y que aquí eran muy fáciles y sencillos. Aquí si era libre y pude hacerme una pequeña idea de cómo se puede sentir una persona "normal" cuando anda o sube unas escaleras sin ser consciente de todo el movimiento que es capaz de realizar su cuerpo de manera autómata. Sin ser consciente de esa gran maravilla, pues solo se da uno cuenta cuando lo ha perdido. Pero yo, por media hora lo volví a recuperar y me sentí una gran privilegiada.
Al final me llevó hasta un sitio donde había un claro de arena blanca preciosa y allí si bajé con tranquilidad y estuve tocando la tierra y hasta me atreví a tocar una alga. Cuando volvimos a nadar para recorrer un poco el sitio, vi multitud de peces de varios colores pero prevaleciendo los blancos con una raya gris y roja. Era fantástico nadar libremente como si fueses uno más de ellos. Me daba la impresión de que me miraban como diciendo ¿quién es esta? pero pasaban de mi y seguían su camino. Esto me hacía gracia y me dieron ganas de reír. Cuando pasamos de nuevo sobre las rocas y plantas ya no me dio miedo y pude observar detenidamente los surcos y pequeñas cuevas para descubrir multitud de pececitos chiquitines de un azul intenso precioso. El instructor de vez en cuando apuntaba con su linterna a alguna de esas cuevas para que pudiera ver mejor a sus habitantes y ahí si que disfruté de lo lindo. Pero mi cuerpo se empezó a enfriar y tuvimos que poner fin a la inmersión. Para mi asombro, no fueron mis piernas las primeras en acusar el frío, sino mi espalda. Un gran escalofrío me la recorrió por entero y empecé a notar esa sensación de frío intenso.
Al subir todo fue bien, hicimos la parada de rigor de 3 minutos para descompensar y no noté ninguna molestia en todo el trayecto.
Cuando estábamos parados, si miraba hacia abajo solo veía el verde de antes, el fondo había desaparecido a mis pies, pero al mirar hacia arriba quedé maravillada... Los rayos del sol penetraban en el agua y hacían unos contraluces y unos rayos de luz maravillosos. No tengo palabras para describir lo que sentí ni lo bello que era. Sencillamente quedé extasiada y con ganas de seguir allí parada contemplando tanta belleza.
Tan solo encontré un problema: Adicción. Si... ese el problema, que cuando lo descubres quieres más, mucho más...
Y esto es todo. Lo demás ya se sabe... Subida al barco, recogida de equipo, ducha, comidita en el puerto como dos señoras... y para casita.
Si lo tuviera que resumir en una palabra esta sería MARAVILLOSO. Pero diré otra palabra a todas estas personas que han hecho posible que todo esto sucediera: GRACIAS. Desde el fondo de mi corazón y con todo mi cariño: GRACIAS.
Ni que decir tiene que esta entrada se la dedico en primer lugar a mi hadita (Helena), a mi instructor Roger del centro de buceo Blaumar, por la gran paciencia y el saber hacer que tiene, y a mi buen amigo Jose Florín por ser la persona que me metió el gusanillo del buceo dentro del cuerpo. Y como no, a todas aquellas personas que con sus comentarios me han animado y me han alentado a ello cuando creí que yo no servía para nada de esto.
Un abrazo enorme con todo mi cariño,
Preciosa y amada amiga, podria estar toda la noche diciendote lo horgulloso que nos sentimos de conocerte y tenerte entre lo mejorcito de nuestros amigos,decirte que te admiramos es poco,te idolatramos, por tu perseverancia, por tu fuerza, porque no te doblega ni el dolor ni el miedo, eres nuestro idolo vivo y un ejemplo a seguir por todos. te queremos un monton.
ResponderEliminarCarmen y joan.
Puñeteros, me habéis hecho llorar. Yo también os quiero un montón y lo sabéis. Para orgullo el mío por haberos conocido y encontrarme entre vuestros amigos. Sois maravillosos, y mi única pena es que no podáis venir este finde con nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo enorme con todo mi cariño,
Hola Leo. Tu relato me ha llevado a con-vivir tu experiencia, me ponía en tu lugar y hay situaciones que las vivía con menos temor, pero otras que me daban mucho más respeto que a ti. Gracias, pues, por hacerme vivir tu buceo y la belleza del mar a través de tu mirada y de tus sensaciones. Yo no me veo de submarinista, así que leeré todos tus relatos. Eres prodigiosa, que energía, que vida hay en ti, y ahora…, que te quiten lo bailao!!!. Besos, Antoni.
ResponderEliminarGracias a ti por leer mi relato y compartir conmigo estos momentos tan especiales.
EliminarTienes razón... "Que me quiten lo bailao!!!" jajajaaa... Y máxime cuando este sábado me volví a caer y estoy de nuevo en cama con la pata tiesa sin poder moverla y con un dolor tremendo. Si es que a gafe nadie me gana. Pero por otro lado, gracias a todo esto he aprendido a saborear la vida y los buenos momentos que la misma me ofrece.
Un abrazo enorme cielo,
Eres maravillosa, Leonor!, no sólo has buceado y conseguido un sueño, sino que te has superado a ti misma y has conseguido una victoria..
ResponderEliminar¡te admiro, preciosa!
un besito
Muchas gracias Mairló :)
EliminarUn abrazo enorme con cariño,
Leo, que bonito todo lo que cuentas, por momentos me he visto allí contigo viendo esos pececitos de colores, esas estrellas..., me alegro muchisimo de que hayas conseguido algo tan especial.
ResponderEliminarUn beso guapa!!
Gracias cielo. Me alegro mucho de que te haya gustado y que te hayas podido trasladar allí con la imaginación. A ver si algún día conseguimos que lo hagas realidad.
ResponderEliminarUn abrazo enorme mi niña